261

¡Buenas, peñuski!


 Veréis...yo vivía en Loeches. Loeches es una zona despoblada que hace frontera con Mordor a las afueras de Madrid. La única forma de venir y salir de este desértico lar ( si no tienes coche) es en autobús.
Yo cogía uno con el número 261, que me llevaba directamente a la estación de metro de Av. de América.


El caso es que tengo algunas anécdotas interesantes que contaros que surgieron dentro de ese medio de transporte. Espero que os guste.

*Era una cálida mañana de un día cualquiera y me senté al lado de un hombre de procedencia sudamericana que estaba durmiendo tranquilamente en la silla de al lado de la ventana.
Saqué mi libro de Tolkien, cuando éste interrumpió mi lectura con extrañas divagaciones somnolientas como: "Mamansita, deja que te posea, deja que te posea"--- "Te voy a comer toa, toíta"--- "Despedazaré tu ropa enterita".
¿Un encanto, verdad?


*Supongo que a nadie le gusta que le golpeen a uno cuando está a punto de dormir. Estaba a punto de hacerlo cuando una mochila golpea mi faz con una fuerza que ni Mike Tyson cuando era un joven desenfrenado.
Le pregunté si llevaba una espada en la mochila. Ella se limitó a pedirme perdón miles de veces.
Podría haber sido el principio de una bonita historia de amor, si no fuera porque tenía sueño y me volví a dormir...con miedo, eso sí.


* Raudo iba el 261 por la autopista, cuando de repente se frena en seco. El conductor se baja corriendo. Nadie sabe nada, pero todos empiezan a murmurar y a compartir opiniones con el respectivo desconocido de al lado, intentando descubrir el enigma.
Casi todo el mundo así lo pensaba, pero se acabó descubriendo que simplemente el hombre había pisado el pie de una mujer la cual se le había calado el coche.
Lo normal vamos...


*Cuan feliz era con mi mp4 azulito lleno del metal más guay de la faz de la tierra. Pero lo fui aún más cuando en un viaje cualquiera de vuelta a Loeches, una chica heavy se sacó los cascos y PUSO LA MISMA CANCIÓN QUE ESTABA ESCUCHANDO YO!
El tema en concreto era "Puertas del Cielo" de "Saratoga". Le dije...¡Eiiii, así me gusta, con Saratoga a tope!
A partir de ahí, todo el viaje de vuelta lo pasé en un interesante debate sobre el rock y el metal con tan agradable chica.
Podría haber sido el bonito principio de una historia de amor, si no fuera porque nunca más la vi :(


*Un día una señora que estaba a mi lado empezó a llorar. Primero unas pocas gotas, luego emuló el océano índico en el suelo.
Por lo general me haría el despistado, pero la señora realmente parecía tener la necesidad de soltarlo, así que le pregunté que porqué lloraba.
Me respondió que hoy operaban a su hija de un cáncer y estaba asustada. Le dije que lo sentía mucho y que justamente mi tiastra (¿existe?) había sido operada hace poco de un cáncer en el cuello y que había salido bien la operación. Que ni siquiera tenía que vivir al amparo de la quimioterapia.
Me dio un abrazo y dijo que se sentía mucho mejor. Luego empezó a rezar y la dejé ahí.
Me sentí muy bien conmigo mismo, la verdad.
FIN

¡Buenro, peñuski!


Os dejo con dos grandes tuits, de dos grandes tuiteros:



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1 comentarios:

Naar dijo...

Los autobuses dan para mucho... y Loeches es el culo del mundo. eso no es Madrid!! ;))
Yo hace cosa de un año conocí un chico en el bus por una tontería, me pidió el teléfono y terminamos quedando un par de veces con eróticos resultados. No fue nada serio, ni muy interesante siquiera... pero fue divertido. tenías que haber pedido el teléfono a la Heavy!!!!
ay, madre...

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