Moralistas en Twitter

¡Buenas, peñuski!


 Suelo comparar mucho Twitter con el Metro. Al menos el de Madrid. Digo esto porque al igual que en el Metro, puedes encontrar a gente de todo tipo. Y eso es bueno, porque hay diversidad, porque conoces a personas que piensan de manera muy particular. Te puedes gustar más o menos, pero lo que está claro es que no te vas a aburrir.

Yo llevo en esta red social casi dos años, y he conocido a muchas personas. He tenido conversaciones con seres que me encantaría conocer en la vida real, porque si son mínimamente parecidos a cómo son en Twitter, seguro que encontraría en él/ella, un amig@ nuevo.
Y por otro lado, también he conocido a humanos que aún siendo un 100% mejores personas de lo que son en Twitter, no me gustaría verlos ni con un telescopio.

Un grupo del cual me suelo quejar bastante es el de los moralistas. Moralistas que no solo te dicen a quién tienes qué hacer FAV, RT, mencionar, seguir o dejar de hacerlo, si no que sin conocerte de nada en la vida real, hacen análisis de cómo eres y de cómo es tu vida real, por lo que tuiteas. Y es que yo odio la gente así. No la aguanto, no la soporto ni con dos tetas preciosas, firmes y grandes. No, no. Fuera.

Soy de los que piensan que cada persona es un mundo. Y que el comportamiento de una persona te puede disgustar o simplemente no ir mucho con tu filosofía de vida, pero raras veces, muy pocas, he dicho a alguien lo que tiene que hacer. 
En todo caso he dado consejos. O he expresado mi opinión. Y ya está. Pero es que en Twitter hay gente que por decirle una cosa bonita a un tuitero de diferente sexo al tuyo, ya se piensa que estás intentando ligar. Y como estás intentando ligar por una red social, das pena. Cómo das pena por ligar en una red social, sacan en conclusión que tu vida es una mierda. Cómo tu vida es una mierda, te metes en Twitter para realizar los "sueños", que fuera no has conseguido. Y más y más paranoias.

No paran de quejarse, de tuitear lo que está bien y lo que está mal. De meterse en la vida de los otros, de juzgar, de meterse en broncas por tonterías. Van de pseudo-filósofos y no llegan ni a estrategas de parchís.

Particularmente, son el grupo de Twitter que más aborrezco. Que más quiero lejos de mí. Son los únicos que me llegan realmente a cabrear. Los que alguna vez me han cambiado el humor para mal.


Buenro, peñuski!

(Os dejo con dos grandes tuits, de dos grandes tuiteros)



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Las mujeres molan más.

¡Buenas, peñuski!

 Desde hace unos años, he tenido mucha facilidad para encontrar buenas amigas. Desde que dejé de ser un niñato nivel top, y empecé a tener la mente algo más amueblada, he cogido más cariño, por las mujeres que por los hombres.
Y muchos estaréis pensando ahora mismo que este imán para las féminas es para copularlas y ya está. Diré que os equivocáis. Es cierto que hay hombres que no pueden ser amigos de las mujeres, sin que sientan una necesidad irrefrenable de tener sexo con el sujeto vaginal, o de crear un lazo amoroso. Pero supongo que con el tiempo, con un pequeño grado de madurez instalado en tu mente, consigues diferenciar perfectamente la amistad con el amor.

¿Y por qué me siento más a gusto con las mujeres que con los hombres?
Antes de nada, tampoco soy homosexual. Ni afeminado, si quiera.
Aclarado esto, reivindico lo mucho que les suelen gustar a ellas las largas y profundas conversaciones. Mientras que a nosotros, los machos, por lo general, nos cuesta mucho más. Y digo general, porque como en todo, hay excepciones. Y yo me considero una.
Le puedes contar tus cosas con total libertad. Tus problemas, tus caprichos, tus sentimientos, y no te sientes raro. Sabes que no se va a reír, y que si lo hace, es contigo y no de ti. O puede que lo haga de ti, pero siempre con un grado altísimo de buenro.

También me gusta su variedad de gustos. El tiempo que pasé en institutos, me di cuenta de que el tema principal de los jóvenes era: sexo, drogas, fanfarroneo y fantasmeo intenso. Y no digo que no me guste hablar de sexo, de hecho, es probablemente mi tema favorito para conversar. Tampoco digo que no he exagerado al contar una historia o la haya modificado algo, para hacerme el héroe, pero no SOLO tengo eso en la cabeza y en la lengua.

Quizás es esa sensibilidad que tienen la mayoría. Quizás es que son más cálidas y conscientes. Atentas y geniales. O por sus tetas.  
El caso es que las mujeres molan más que los hombres. No hay discusión.

Buenro, peñuski!

(Os dejo con dos grandes tuits de dos grandes tuiteros)





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Mundo Seriéfilo

 ¡Buenas, peñuski!

 Si me seguís en Twitter, podéis observar a diario que soy un fanático de los pechos y que la única obsesión que le sigue de cerca, es la de las series.
De hecho prefiero este mundo al del cine, al de las películas.
Vale que no hay proyectos millonarios como los de las grandes pantallas. Vale que no dé tanto dinero y por eso muchos actores top no se meten en la industria serística (aunque esto esté cambiando poco a poco), y vale que es más complicado encontrar una serie buena, que una película aprovechable, pero da igual.

Pues una serie, al tener tantos capítulos, al tener tantas horas, hace que el espectador esté más metido en la trama. En los problemas, en las dudas e ilusiones de los protagonistas. Al menos para mí, el encanto, la magia del mundo de las series es el grado mayor de emoción que aporta.
El público quiere cada vez más turbación, agitación y emociones. Quiere apegarse a una trama, a un personaje, y que cuando alguien muera o sobreviva, le salga llorar, reír o las dos cosas, sin darse cuenta.
Ahí está el secreto de este mundo. Ahí está la gracia, que por desgracia no todo el mundo logra descubrir.

(Os dejo con dos tweets de dos grandes tuiteros)

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De São Luis a Madrid


Buenas, peñuski.

 Hoy me gustaría escribir algo un poco personal. Contaros resumidamente el porqué, yo, brasileño de nacimiento, llegué a vivir en Madrid 15 años.

Bien. Nací el 11 de Julio de 1992 en una ciudad del nordeste de Brasil llamada "São Luis" del estado de Maranhão. No recuerdo mucho de aquella etapa, la verdad. Así que me saltaré la parte en la que os cuento anécdotas que me han contado a mí ya, mínimo, 159 veces.
El caso es que mi familia entera vivía en São Luis y nadie nunca se había atrevido a vivir fuera de Brasil, sin embargo, una tía mía muy vaina loca, se fue a Madrid para recibir clases de canto. Concretamente, de ópera.

Al parecer, había conseguido una beca, ya que era muy buena y São Luis no tenía profesores suficientemente buenos que la hicieran progresar en la materia operística. Así que se fue. Sin conocer a nadie, sin conocer el idioma, solo ella y sus cojones de dimensiones incomparables. Lo dicho, muy vaina loca.

Cada día que pasaba en Madrid, se enamoraba más y más de la ciudad. De las personas, del clima, de todo en general. Y no paraba de decirle a sus hermanas, es decir, a mi madre y a mis otras tías, que la acompañaran en esa aventura.
Mi madre no estaba muy segura al principio, pero al final mi padre consiguió convencerla y nos fuimos todos. No había muchos motivos para abandonar São Luis. Vivíamos bien económicamente y socialmente. Pero el estilo de vida europeo, es decir, la educación, la sanidad, los "lujos", etc, fue el que nos llevó a emigrar.

Así que en 1998 cogimos un avión y bueno, el resto ya os lo contaré otro día.


Besos en el pussy.

Buenro, peñuski!

(Os dejo con dos tuits de dos grandes tuiteros)





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Génesis Twittero

Buenas, peñuski.

 Hoy me gustaría explicaros brevemente mis inicios en Twitter.

Todo esto empezó a finales del 2010. Yo era un usuario asiduo de Tuenti. Sí. Y era feliz en esta red social. Chateaba con mis amigos y conocidos, subía fotos de vez en cuando, ponía canciones en mi tablón e incluso reflexiones...En fin, un poco de todo. No quería usar nada más que Tuenti, aunque de vez en cuando me pasaba por Facebook. Ya sabéis, familia y todo eso.

Y ahí estaba Twitter, en el horizonte. Como una red social para hipsters. Un ecosistema donde bohemios y bohemias ponían como sus planes en garitos con cachimbas neonísticas habían salido a la perfección. Rechazaba entrar ahí. Al igual que en Tumblr.
Pero como siempre acaba pasando, el destino me calló la boca.

Mi hermana, usuaria asidua de Twitter debido a amigos hipsters y blogueros, se pasaba horas y horas dándolo todo. Y yo me preguntaba: ¿Cómo es posible que se pase tanto tiempo en una red social que consiste en poner estados de Tuenti todo el rato?
Así que me hice una cuenta. Por hacer. Pá hacerme el chulo. Lo primero que hice fue seguir a mi hermana y a partir de ahí, twittear todo lo que hacía en mi vida. Hasta masturbarme. Si lo hiciera, claro.
Supongo que la mayoría empezamos así. También supongo que si vemos nuestros primeros tweets, sentiremos vergüenza ajena.

El tiempo fue pasando y cada vez sentía más necesidad de twittear. Supongo que ahí está la "magia" de todo esto. Incrustar palabras que no tienen cabida en ninguna otra parte. Que podemos escribir lo primero que se nos pasa por la cabeza. Que podemos narrar en un momento sobre la operación a corazón abierto de tu abuela, y un par de segundos después, de lo mucho que te follarías a tu profesora de ajedrez cuántico.

Sin embargo, cambié mi forma de usar Twitter hace unos 5-6 meses aproximadamente. Dejó de ser una cuenta tan personal, a ser una más enfocada al humor, aunque haya un poco de todo.
Pero el génesis humorístico y todo eso, ya os lo explico otro día. Esto ha sido todo por hoy.

Espero que os haya gustado, y no olvidéis darle a "Me Gusta" y suscribiros...........#MeHeLiao

Buenro, peñuski!

(Os dejo con dos tuits de dos grandes tuiteros)


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¿Por qué "Mr. Buenro"?

Buenas, peñuski.

 No voy a hacer presentaciones de mi blog con lo típico de sobre lo que voy a escribir, qué quiero conseguir con él y todo eso. Pues ni yo mismo lo sé.
Iré escribiendo lo que me apetezca, lo que se me pase por la cabeza y ya está.
Eso sí, os puedo asegurar que habrán muchas idas de olla. 

Bueno, para empezar me gustaría contaros el porqué de mi nombre en Twitter: "Mr. Buenro". Lo explicaré más que nada porque esta es una cuenta vinculada a Twitter. Digamos que quiero que lo lea todo el mundo que conozco y todo eso, pero digamos que "Buenroneando" va más dirigido a mis seguidores de Twitter.

Al lío.

Hace unos 4 años aproximadamente, un compañero de mi clase de informática, con una cierta tendencia a acortar toda frase salida de su boca, soltó la palabra "buenro". Nadie le prestó atención, de hecho, nunca más la oí, pero a mí, se me quedó en la mente. No sé. Simplemente se quedó ahí incrustada. 
Y empecé a decirla por doquier: "¡Eh, tío, ese buenro que se note!" y cosas del estilo.

Sin embargo, "buenro" no salió a la superficie, no emergió con potencia y firmeza en mi círculo social y cercanos, hasta un famoso botellón, en el que yo, bastante un poco perjudicado por sustancias estupefacientes líquidas, empecé a hacer spam de la frase: "¡De buenro, peñuski!".
Mucha gente al día siguiente me recordó que estuve muy pesado con eso. 

Y seguí con la tradición de decir buenro en todos los lados. Digamos que es casi una invención mía. Y digo casi, porque algunos ya habréis dicho "buenro", pero yo utilizo la palabra en cuestión, varias veces. Tanto es así, que muchos de mis amigos, los más cercanos, también la utilizan. Al igual que otras muchas expresiones que gracias al alcohol, inventé. Pero esas os las narro otro día. Por hoy, quedaros con "Buenro" y su génesis.

(Os dejo con dos tuits buenísimos, de dos grandes tuiteros!)

¡Buenro, peñuski!

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